Publicado originalmente en La Voz, Edición Noviembre 2012. Por Ariadne Prior-Grosch
¿La palabra ambientalista, en que te hace pensar? ¿En un “abrazador de árboles” o un hippie con cabello rasta que come comida natural? Desde los sesentas, le demografía del movimiento ambiental ha cambiado bastante.
Se puede decir que el movimiento ecologista moderno empezó cuando la escritora Rachel Carson publicó Primavera silenciosa (Silent Spring en inglés) en 1962 que advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas al medio ambiente y culpaba a la industria química por la contaminación. Catalizados por este libro y otros eventos que avivaron la conciencia medioambiental, ambientalistas acuciaron esfuerzos para proteger especies en peligro de extinción, preservar los bosques, y asegurar la calidad del agua.
Durante la década de 1970, lograron victorias grandes con la aprobación de leyes como el Ley de Agua Limpia, Ley de Aire Limpio, Ley de Especie en Peligro de Extinción, y Ley de Política Medioambiental Nacional (Clean Water Act, Clean Air Act, Endangered Species Act, y National Environmental Policy Act, respectivamente). Con el primer Día de la Tierra en 1970 y la creación de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos, los ambientalistas sentían la satisfacción de haber logrado muchos resultados y tenían optimismo para el futuro. Pensaban que podrían cambiar el mundo.
Pero ahora, con tantas crisis ambientales—contaminación, calentamiento global, escasez de agua, desastres naturales, etcétera—puede ser difícil mantener una perspectiva positiva. Los estudiantes de posgrado del Centro de Política Ambiental de Bard (Bard Center for Environmental Policy) participaron en una discusión con el Dr. Karim Ahmed, Presidente del Fondo Mundial de Salud Infantil y Medio Ambiente (Global Children’s Health and Environment Fund) y Director del Programa Internacional del Consejo Nacional de Ciencia y Medio Ambiente (NCSE por su siglas en inglés). Nos preguntó si sentíamos optimismo o cinismo frente a todos los problemas en el medio ambiente o si podíamos encontrar una posición intermedia como el realismo.
La verdad es que nosotros, como humanos, hemos afectado tanto a la tierra que no podemos cambiar los procesos que ya están en marcha, como el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel de mar. Ya se están viendo las consecuencias del calentamiento global en Norfolk, VA, con inundaciones regulares por las mareas. Dado que muchas personas viven a lo largo de la costa, la ciudad de Norfolk esta invirtiendo muchos recursos en planes de mitigación como el elevado de la carreteras, la construcción de parques ubicados en áreas en riesgo de inundación, presas inflables y compuertas para mareas de tempestad. La ubicación del Valle de Hudson a lo largo del rio, sugiere que esta área también tendrá que enfrentarse a problemas similares en el futuro.
Ahora, ser ambientalista significa pensar en ideas innovadores para solucionar problemas multidimensionales. La cooperación entre ingenieros, representantes, gerentes de negocios, científicos, y miembros comunitarios facilita pensar fuera del modelo tradicional. De este modo, el desarrollo del biomimetismo es una manera de pensar en soluciones innovadores usando la naturaleza como ejemplo. El biomimetismo es una forma elegante de decir que copiamos a la naturaleza para solucionar problemas y emular a los procesos del medio ambiente para diseñar innovaciones. Tenemos que aprender de la naturaleza para diseñar la tecnología del futuro.
El dr. Ahmed ahora enfoca su trabajo en la mitigación y la adaptación para minimizar los impactos del cambio climático en los ecosistemas naturales y la salud humana. Hoy en día, los desafíos para los ambientalistas son grandes, pero siempre hay inspiraciones. En el centro del rio Brahmaputra en Assam, India, el Departamento Forestal de la India descubrió que un hombre, conocido como “Mulai” por sus amigos, había sembrado un bosque de más de 1,359 acres a la orilla de un rio. Mulai dedicó treinta años a su proyecto de reforestar la orilla dle rio y creó un hábitat para animales en peligro de extinción como los tigres, los rinocerontes y los monos.
Si un hombre puede sembrar un bosque, imagina lo que podemos hacer todos juntos.
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